El silencio debería invitarme a saludarlos, pero no se presentó, así que decidí no saludar a nadie, si no más bien poner eso dentro de las cosas prescindibles que debo hacer en esta entrada. Mil disculpas si ofendo. Pero el tema no es ese, o al menos así no lo he planeado yo; vengo, como siempre, movido por mis anhelos de aceptación y superación personal, y —también como siempre— a compartirles algo —es claro que por el simple hecho de ser esto un blog la idea de "compartir" está implícita, pero déjenme redundar un poco...—. Pero se equivocan si piensan que les compartiré una historia. No, no, no, señores, esto ni siquiera es una historia, pues no está completa. Podríamos llamarla "historia inconclusa", pero llamésmola "Ariana", pues es así como decidí nombrarla. Sé que algunas cosas que dije no tienen sentido, pero permítanme explayarme para ser feliz [ =) ]. Bien, sin más preámbulos, con ustedes.... Ariana
***Nota añadida:
-Antes de empezar, puedes pasar por Días con Ariana (notas intermedias)
***Nota añadida:
-Antes de empezar, puedes pasar por Días con Ariana (notas intermedias)
.+.+.+.+.+.+. Ariana. Capítulo primero.+.+.+.+.+.+.
— Ya es tarde, Ariana —advirtió el hombre mientras
apagaba su cigarrillo en la baranda del puerto. Ella no se encontraba bien, y
el ambiente no contribuía a mejorar su estado de ánimo, pero ahí estaba, frente
a él, por última vez en mucho tiempo o tal vez en toda su vida, nada podía
saber ella del futuro, ni mucho menos él, que decidía irse de pronto y dejarla,
como si fuera tan sencillo decirle adiós a alguien cuyo valor cruzaba las
fronteras de lo inmaterial.
Ariana dudaba. Hacía frío, pero era lo de menos. Más
importante era ese momento. Llorar... llorar... Solo le quedaba aceptarlo. Las
razones le habían sido explicadas, y el llanto no haría más que nublarle los
ojos. Debía ser fuerte, al menos hasta que él se fuera. No quería ser recordada
de esa manera.
— Es cierto —musitó de pronto, cuidando de no decir mucho
para no quebrar su voz. Acercó su rostro al suyo y le acarició una mejilla—.
Adiós, amor —dijo, cerrando la escena con un beso.
>>— Entonces, ¿qué dices, Ariana?
>>— Sabes que no puedo... No me siento bien, en
verdad, ya es bastante tarde.
>>— Vamos, Ara, no seas tan aguafiestas. Será un
gran día, ya verás que valdrá la pena.
>>— Lo siento — la miró con un gesto de
arrepentimiento. Era su amiga, pero no podía ir contra las reglas de la casa o
tendría problemas.
>>— Pero... si no es nada... —suspiró— Tú entiendes
a tu familia mejor que cualquiera. Supongo que tendré que resignarme.
>>— Deberías haberlo entendido ya.
>>— Bien. Pero ya es tarde, ¿no crees?
>>— Es cierto, ya debo irme.
Caminó segura y sola todo el tramo que separaba el puerto
de la autopista en tanto que el hombre la dejaba de observar, gacha la cabeza,
y se dirigía luego al horizonte, como buscando un consuelo. Ella tomó un taxi
—el primero que vio— y se fue; él observó lo que le quedaba del cigarrillo en
la mano y quiso lanzarlo al mar. No lo hizo. Reservó ese derecho a sus sueños y
lo depositó en su bolsillo.
— ¡Basta! —dijo de pronto mientras iba en el taxi. El
conductor se detuvo.
— ¿Pasa algo, señorita?
— Ehm… Sí —reaccionó— me bajaré aquí.
Había estado pensando en ello. La escena anterior no
dejaba de aturdirla… Se había decidido a bajar del vehículo por simple inercia,
porque no quiso contestar negativamente al chofer. Pero tampoco tenía dinero
para el taxi; lo poco que tenía apenas le alcanzó para pagar su corto recorrido.
Tal vez podría haberlo pagado al llegar a casa; sin embargo, ya estaba fuera, y
sus convicciones parecían diluidas por la persistencia de aquel pensamiento.
Estuvo de pie por aproximadamente un minuto, como
esperando que alguien pasara por ella, pero sabía muy bien que no sucedería
nada como eso, de ninguna forma. Tal vez muy dentro de sí tenía la esperanza de
que él hubiera adivinado su no tan loable hazaña y viniera en su rescate. “Imposible”
pensó cuando esta idea cruzó por su mente. Y por verse en ridículo ante ella
misma se puso a andar deseando que, de alguna forma, aquella idea la abandonara
lo más pronto posible.
Llegó tarde a casa, a pesar de lo temprano que había
partido. Dejó sus cosas en el suelo y se dispuso a dormir, siempre con el
anhelo de olvidarlo todo.
>>Estuvo delante de la puerta sin poder hacer nada
al respecto: sus llaves no servían. La hora en que las puertas de la casa se
aseguraban estaba algo lejana. No tenía más opciones, debía tocar el timbre y
esperar a ser reprendida.
>>Cuando lo hizo, escuchó de inmediato que
retiraban el cerrojo de la puerta y vio cómo ésta se abría. Una sensación
extraña la invadía, era el miedo, pero no cualquier miedo, le temía a los
gritos de su tía desde siempre. Dio un paso hacia atrás. Su padre asomó la
cabeza.
>>— ¿Papá?
>>— Haz silencio, hija.
>>— ¿Cuándo llegaste?
>>— Hoy. Pero es mejor que pases; afuera hace frío.
>>Ariana pasó. Allí, a pocos pasos de la puerta, en
la sala, se encontraba su tía, su tutora desde que su padre salió de viaje,
sentada en el sillón, con un semblante agrio. Con la mirada, esta mujer llamó a
Ariana a sentarse. Parecía que su noche no sería tan buena después de todo, a
pesar de la presencia de su padre.
.+.+.+.+.+.+.+.+.+.+.+.+.
Bueno, eso ha sido todo por esta vez. Los espero en el próximo capítulo.
Ñaaa, a veces me pierdo con los signos >.<
ResponderEliminar:3 pero se ve interesante