Ariana: Capítulo 13

Señores, he vuelto. Sí, soy yo, Zack. He vuelto después de unas tres semanas... Soy un mesías, señores, he resucitado. Y la más clara prueba son estas fechas. ¿No me creen? Está bien... no me crean. Algún día se arrepentirán. Muy probablemente cuando el mundo llegue a su fin.
Dejando eso a un lado, ¿esperaban que Ariana presentara este capítulo? [ XD ] Mala suerte si así era. Ariana se encargó de eso solo porque yo no podía estar los jueves. Ahora cambiaré el día a los viernes. Leyeron bien, Ariana se publicará a partir de ahora, los viernes, como hoy. Así no tendré problemas. Pero no se preocupen, Ariana está bien. Más bien, teman, porque no me han reconocido como Mesías... En fin. Mientras esperan el juicio, los dejo con el capítulo de hoy.

.+.+.+.+.+.+. Ariana. Capítulo décimo tercero.+.+.+.+.+.+.


La gente empezó a aburrirse dentro de los vagones. Algunos se quedaron dormidos. Otros conversaban, y otros más no podían mantenerse quietos: iban de aquí para allá, salían de sus vagones, daban un paseo, regresaban y así infinitamente… o al menos hasta cansarse. Porque pronto esa ansiedad se transformó en aburrimiento y finalmente en inactividad. Y no era algo para asombrarse; ya era muy tarde y no había respuestas, ni del conductor y su ayudante, ni del hombre de negocios. “Un par de horas” ya era algo increíble. Llevaban esperando al menos cinco. Si contamos desde la “avería del tren”, unas ocho.
A Ariana comenzaba a preocuparle el regreso del grupo aventurero. “Ya es tarde, Ariana”, le decía su padre, “tal vez se extraviaron y aún no llegan a ese pueblo; tal vez está más lejos de lo que creía el conductor”. Que debía de haber sacado su cuenta a partir del recorrido en tren era la razón más comentada. “Ahí está el error” decían las voces esperanzadas. Pero nada era seguro.
Esperaron mucho. El sopor empezó a apoderarse de la mayoría, muy temprano incluso para su agitada rutina de ciudad. Esa misma rutina tan voraz los tenía ahora ansiosos. Gracias a ésta sus tiempos estaban medidos, sus vidas prácticamente controladas, pero ya no podían dar nada por seguro. Si no tuvieran esa tan pequeña esperanza de los tiempos de Pandora hubieran caído en una desesperación que podría haber sido su más cruel verdugo. La incertidumbre, pues, es uno de los enemigos más letales del ser humano. No obstante, la esperanza les alcanzó lo suficiente como para escuchar la llegada del hombre del smoking y compañía.
Cada uno de los aventureros fue a un vagón. Y, como era de esperarse, el hombre de negocios quiso ir primero al suyo. Se escuchó el golpe en la puerta y alguien le abrió.
— No hemos encontrado nada —decía, como queriendo quitarle el sueño a los demás—, por eso regresamos. No podíamos quedarnos por ahí…
Y el silbido, que se había vuelto cada vez más común, se hizo más fuerte, haciendo casi imperceptible la voz del hombre de smoking, que inmediatamente gritó:
— ¡Maldito tren, ya lo sé!, ¡déjame tranquilo!
Impresionantemente el silbido cesó de inmediato, pero pocos le prestaron atención a ello. Más bien, les volvió a la memoria la anterior escena, que ese hombre de smoking había intentado hablar con la locomotora, que posiblemente era el hombre más loco de la multitud de pasajeros del tren.
— Él lo sabe… —murmuró Ariana, pensando bastante contrariamente a los demás. No podía ser solo una coincidencia que sus palabras contestaran perfectamente a lo que ella escuchó en el silbido. Necesitaba hablar con aquel hombre, pues parecía ser el único capaz de escuchar más que un simple silbido. Tal vez podrían hacer algo para solucionar las cosas. Tal vez. Si no, era seguro que ambos estaban dementes.
La atención le fue quitada al hombre de negocios. Si un hombre como él estaba a la cabeza del grupo de aventureros, era más que claro que nunca llegarían a ningún lugar. Él mismo lo sabía. Había empezado a dudar de su propia cordura y su orgullo había sido herido una vez más. Se fue así no a su asiento original, sino a uno más solitario, a pensar mejor en su desgracia.
>> El temor tanto a la madre como a la hija fue disminuyendo en el camino, pero no porque Ariana viera en ellas una actitud más agradable, sino porque callaron, y el silencio le permitió hacer conjeturas al respecto. “Ojalá tengan más corazón que esto” era lo que se repetía. Y mantenía la esperanza en ello, porque no era posible que existiera una persona en todo el mundo que no respondiera al menos un poco a los sentimientos. Eso era lo que ella creía.
Pero haría falta esperar un poco, a que todos durmieran, para conversar con aquel hombre. Si se acercaba ahora mismo, podrían pensar que ella también estaba loca, o tal vez su padre, temiendo eso, la apartaría. Debía evitar esa situación, así que esperó a que su padre estuviera dormido. Y, cuando lo estuvo, caminó en medio de la oscuridad. El hombre de smoking estaba despierto. Taciturno, miraba a través de la ventana la noche, apoyando la cabeza en su puño. Estaba tan desinteresado ya, que poco le importó que Ariana se le acercara. Posiblemente se esperaba lo peor, que era una burla personal. Pero ella no estaba ahí para fastidiarlo, ni mucho menos para burlarse de él.
— Hola —empezó Ariana, sin éxito, pues el hombre no contestó. Ni tan siquiera volteó a verla. Se hizo un silencio—. Hola… —repitió más tímida— ¿en serio lo escuchas? —a esto, el hombre la miró de reojo—. Yo… creo que yo también.
El hombre de smoking dejó su postura pensativa y dirigió su mirada completamente hacia ella. “¿Puedes repetir eso?”, le susurró. Ella lo hizo. El hombre pareció aliviado, como si estuviera a punto de llorar de felicidad.

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Eso fue todo por hoy. Gracias por leer. Y disculpen el retraso. Los veo la próxima [ >=D ]

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