A quién le importa lo que publique, a quién le importa lo que yo haga, yo soy así y así seguiré... y me vale madres lo que pienseeeeeeeen (de Charlote). Disculpen, es que hace poco estuve escuchando a Alaska y Dinarama en la radio. Ahora sí, al tema en cuestión. Charlote me gusta, en cierto sentido porque me salva la vida cada que llego a fin de mes y no pagaron ya (o en este caso particular, la quincena), pero no solo me gusta porque funciona como as bajo la manga sino porque es una historia linda (se ve poco masculino usar esa palabra, en fin) y graciosa. Síganla leyendo, pese a que en anteriores ocasiones haya dicho que es muy Disney. No se desilusionarán.
Nos vemos luego, tengo cosas que hacer, problemas que solucionar y asuntos en los que pensar. Pero descuiden que yo sobreviviré.
Charlote
Preguntas sin sentido. Hora de hablar.
(Saliendo de un bloqueo)
¿Sabes? Estos días son como los de ayer, sin rumbo fijo.
Luego de varios días las cosas marchaban sobre ruedas. Me sentía ubicado como pez en el agua, pero a la vez perdido como Adán en el día de las madres. Atrapado como naufrago en altamar, teniendo mucho espacio alrededor pero sin poder recorrerlo.
Llegó un día sin sol tras una noche sin estrellas. “Buen indicio”, pensé. Salí de casa sin una sonrisa, con la esperanza de que éste fuera un día corto. Los días anteriores parecían interminables. Hastío.
Me acerqué a la puerta del salón y observé que ya alguien estaba sentada al lado de mi mochila. No me acerqué a ella. Se sentía raro. Tenía “miedo” de estar allí. Me acerqué, pero no hacia mi asiento sino que me mantuve de pie hablando con Heder y Chris a la vez, pero a la vez no lo hacia con ellos. Me limitaba a decir cosas como “ajá”, “claro”, “sí”. ¡Es más!, si me acusaban de ser “emo”, respondía con un sí rotundo. Y todo por ver a esa chica.
Ella era – por lo que pude ver – delgada, de cabellos castaños, de una palidez angelical, que hacía contraste con su vestimenta. Llevaba una falda negra, una casaquilla púrpura – que no me gusta en lo absoluto – y una suerte de maletín como maleta. Un grupo de chicas la miraban algo extrañadas y curiosas. Cosa que no me importo.
Llega el profesor y pide a todos que se dirijan a sus respectivos asientos. Todos se mueven en una improvisada danza de bienvenida intercambiando saludos, besos en las mejillas y estrechadas de manos para luego ubicarse en sus respectivos lugares. Llegó el momento de ir en su encuentro. Me aterra su mirada fría y ojos que podrían ver el alma si se lo propusieran.
- Permiso, por favor – fue lo primero que dije, ya que ella se ubicaba en el primer lugar junto al pasillo.
Se movió y me dejó pasar sin inmutarse ni decir nada. Era helada. Tomé asiento y no dije nada. Entonces recordé que unos días antes se había sentado cerca de mí. La oí en clase de historia, me sorprendió que supiera de cosas que me costaba mucho recordar. La clase fue así: entre mis divagaciones y sus respuestas, pero entre ella y yo solo silencio.
Se levantó de su asiento y salió del salón. Entonces Pilar (ella es una de las pocas amigas que hice, se viste de rosado, creo que con eso digo todo ¿no?) me hace una pregunta muy vacía y salida de sitio: «Y… ¿ella qué es?». Esa pregunta me pareció muy estúpida – porque ya me la habían hecho antes y no me gusta que me pregunten ese tipo de cosas - pero no dije nada al respecto porque no quería ganar enemistades.
- ¿Cómo voy a preguntarle eso? Acaso no ves que es un ser humano. – Dije.
- No me refiero a eso - dijo en tono sarcástico- ¿Es emo, metalera, punk ….?
- Es horrible calificar a las personas por como visten. Pero viendo tu insistencia veré que hago.- concluí.
Regresó al salón y toma a su lugar. Se sienta. El profesor de RV desarrolla su clase acerca de los sentidos de la oración (denotado y connotado). Para darnos un ejemplo el profesor pidió que compongamos una oración en sentido connotado por carpeta para luego escribirlos en la pizarra. “Gran pretexto para hablarle”, pensé. Entonces le dije a Christian que hiciera uno. Yo hice la mía y le pedí a ella (la chica de negro) que hiciera la suya, luego discutiríamos para ver cual debía ser escrita en la pizarra. Ella dijo “Ya” sin imputarse, nuevamente.
La mía no tenía sentido, hablaba sobre el hambre y la explotación. Ahora no recuerdo muy bien que decía pero era algo así como “Somos la apocalíptica discusión de verdad, el escorbuto del pueblo afligido y la hemorragia de un muerto sin dolor.” Lo ven; no tiene sentido, o por lo menos no le encontré uno determinado. Christian, superfanático del fútbol, escribió “Ayer hubo una lluvia de goles.” Ya que el día anterior fue fecha FIFA y se realizaron varios partidos amistosos y…bla…bla…bla.
Giro la cabeza hacia La niña de negro =) y le digo:
- Aquí tengo dos oraciones, pero quisiera ver la tuya. Tú puedes ver las nuestras y así las juzgamos.
- Está bien- dijo mientras cogía un par de hojas.
Las estuvo viendo mientras yo leía la que ella escribió.
“Aquel joven volaba desde que ella sello un beso en sus mejillas”
Al leer me di cuenta de que tenía talento para la pluma o sentimentalismos encontrados en sí. En mi mente formaba palabras o ecuaciones, llamémosles conclusiones apresuradas que no debí de realizar como la de niña, quizás más adelante encuentre el significado de todo esto. En esa fracción de segundo la volví a ver, tal vez ella no se haya dado cuenta, entonces observé que tenía unos cabellos hermosos. Antes de arruinar el momento, y decir alguna estupidez casual (como las del Chavo), resolví regresar al pretexto principal, ¡cof! ¡cof! digo, tema principal, y dije:
- Se ve bien – en realidad pensaba eso mucho más que “Maldición, es fresa” –, pienso que esta es la oración que deberíamos escribir en la pizarra; la mía no dice nada y la de Chris… bueno, está bien pero la tuya es más original.
- Gracias – dijo ella –, pero ¿ahora quien la escribirá en la pizarra? – mientras me veía como buscando una respuesta.
- Bueno, supongo que la persona que lo inventó debería ser quien la escriba en la pizarra ¿no? – intenté decir con tono irónico.
- Tienes razón – dijo mientras intentaba ocultar una sonrisa, una que trataba de escapársele por los labios.
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