Bien es cierto que llevo un tiempo alejadod e este lugar, pero no es porque no quiera, sino porque el tiempo se me hace dificil. ¿Cómo? Es algo dificil de explicar. Bueno, en realidad no. Lo que sucede es que hay algunas cosas y asuntos en los que me debo manejar, cosas de jóvenes mortales. En fin, solo lean parte de esta aventura y no se pregunten por el tipo que la escribe. Digamos que soy de perfil bajo, aunque muchas personas no se crean eso.
Carne
Primera noche en el centro.
La noche continuaba con luz artificial, aún no fallaba el sistema eléctrico de la ciudad. Conduje la motocicleta de Ricardo por la autopista del norte en dirección a la ciudad, para llegar a casa de mis padres debía atravesarla. Al ingresar a ella la encontré desolada, las zonas comerciales estaban desiertas, las puertas cerradas y los automóviles abandonados eran los únicos que me acompañaban esa noche, o al menos eso creía.
Reduje la velocidad de la motocicleta para no hacer demasiado ruido y para no precipitarme al tomar una curva, por las dimensiones de los edificios uno no sabía que esperar a la vuelta de la esquina; mantenerse alerta era la misión.
«Será una larga noche mientras no llegue a casa», susurré. Me detuve en medio de la avenida Crisol antes de llegar a la calle Escudo, ahí debía tomar el subterráneo hacia la carretera central, la que me lleva a casa en menor tiempo. La otra opción era tomar la avenida Márquez, pero eso implicaba conducir por una hora más. La lucha contra el tiempo y la desesperación por ver a los míos hicieron que apostara por lo rápido. Encendí la radio de mi reproductor mp3 para saber algo sobre el área de los ataques, si había crecido aún más o si ya todo estaba controlado, las calles desiertas no me daban la sensación de lo segundo. Levanté un poco el caso sobre mi cabeza para ponerme el audífono derecho.
Avancé lentamente con la motocicleta mientras oía la radio, quedarse un buen rato en un mismo lugar no parecía buena idea. “… no controlan los ataques. Repetimos: El área de los ataque sigue creciendo, la ciudad ya no es segura.” «Joder» “Si no ha logrado salir de la ciudad, ocúltese en casa y no salga de ella. No se oculte en zonas concurridas, aléjese de lugares ruidosos y oscuros…” Sigo moviéndome con lentitud, veo hacia delante. «Mierda, el túnel» “Las autoridades dicen que los atacantes son invulnerables a los ataques físicos, que son sumamente peligrosos cuando se encuentran en grupo. Recomendamos a los oyentes alejarse de los siguientes distritos: Madre de Dios, Fortuna, Camino de Dios y toda la zona cent…”
De entre los autos abandonados sale un bate de beisbol y … mi casco sale volando, golpea un auto y activa su alarma.
«¡Sube, huevón! ¡Sube!» «¡Ya! ¡Vamos!»
En el suelo, con el pecho adolorido y el bate al lado mío, veo dos sujetos alejarse rápidamente con mi motocicleta. Recupero el aire con dificultad mientras el ruido invade el lugar. Veo la luz trasera de mi vehículo girar hacia el túnel, cuando de pronto mis asaltantes se topan con un centenar de individuos. La motocicleta choca contra ellos, uno de los tipos que me derribaron cae al suelo malherido. Sus gritos comienzan y, poco a poco, se van ahogando mientras la horda empieza a rodearlos para comérselos. «Ayuda», fue lo último que trataron de decir.
Me arrastré hacia atrás, todavía no podía ponerme de pie y la escena sangrienta continuaba son mis ojos fijos en ella. El sonido de la alarma continúa y va centrando la atención de los carnívoros seres. Con ayuda del bate me coloqué sobre 2 piernas y me acerqué hacia un pasaje para esconderme.
«Ah, ah, ah, ah», solo oía mi respiración cansada y dificultosa. Detrás de un bloque de basura, recuperaba el aliento con la cabeza gacha, pero la alarma continuaba atrayendo a “la carne” así que consideré que ya era suficiente descanso. Se oían los gemidos y gruñidos de esos seres demasiado cerca, tenía que moverme con rapidez. Levanto la mirada y me veo en un callejón sin salida, ya es tarde como para regresar. Solo veo 2 puertas alrededor, una a cada lado de la calle, trato de abrirlas pero están aseguradas. Cojo el bate para romper el seguro de una de las puertas cuando de pronto una de esas cosas llega al callejón, me ve y corre hacia mí dando una especie de grito - gruñido. Me preparé, era mi turno al “bate”, y le di un fuerte y el ser ahí quedó.
Esperé a que se moviese, pero no lo hizo. Rápidamente le di un golpe a la puerta, entonces otra de esas cosas llegó al callejón y se abalanzó hacía mí.
«¡SON SOLO CARNE!», grité mientras esperaba por el choque. Le di tremendo golpe y rápidamente fui por la puerta para derribarla. Pero esa cosa empezó a hacer ruidos y se puso de pie. Seguí golpeándolo. Le di en la espalda y el pecho pero parecía no sentir los golpes, hasta que le di uno en la cabeza y no volvió a moverse.
«Ah, ah, ah, ah», volví a oír mi respiración.
Fui por la puerta, el sonido de la alarma continuaba, esos seres se oían cada vez más cerca y yo seguía con el pecho adolorido. La desesperación jugaba a mi favor pues la adrenalina dominaba mis actos y seguía moviéndome, pero sabía que esta no duraría para siempre.
Levanté el bate sobre mi cabeza, con un golpe certero en la cerradura abriría la puerta.
«¡ÁBRETE, MIERDA!» «¡NOOOOOOOO! – oí provenir del interior – ¡No la rompas!»
La puerta se abre. «¡Entra rápido!» El joven que me abre la puerta la cierra rápidamente.
«Ah, ah, ah, ah», recupero el aliento y empiezo a sentir cansancio y dolor. «¡Ahhh! », me quejo. «Guarda silencio – me dice el joven –. Esas cosas siguen cerca y no quiero que entren aquí». «Gracias» «Eres el que perdió la motocicleta, ¿verdad?» «Aún no la pierdo», dije antes de desmayarme.
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