Rosa Azul
Su lengua parece moverse en momentos
distintos, en universos distintos, en lugares distintos. Yo estoy ahí, y ella
está ahí. Ella no sabe que estoy ahí, no sabe que su idioma atraviesa una
barrera y me deja noqueado. Ella imagina, y da por sentado que todos— y es
cierto que así pasa con la mayoría— la entienden, pero a ella no le importa
realmente eso, porque tiene a su interlocutor. Ella sonríe constantemente, y yo
sé que ella sabe que es gracioso, yo sé que ella no sabe que a mí también me
parece gracioso. No la conozco, tampoco sé que dice, como dije antes, menos sé
de que conversan y esas palabras son otros tantos desconocidos en este lugar. Están
ellas, las palabras, están ellos, los humanos. Tanto desconocido marea, y para
la marea están los barcos y para los barcos hay navegantes, y yo ya quisiera
ser uno. En serio.
Están sus bonitas facciones, están sus
refinadas, refinadas y como de mármol facciones. Ella parece una muñeca, y si
tuviera cuerda, le halara la cuerda para oír sus palabras, pero ella no es mía,
ni de nadie, ni de alguien, ella es suya y sin saberlo le basta para darse
cuenta de ello. Ella no lo sabe. No sabe que para mí es una muñeca y que su
castaño cabello para mí es rubio y que sus ojos café para mí, son café. Café
con leche, como el café que tomo. Dulce, dulce es su voz, y no la he probado,
como también me falta probar el café, que espero sea dulce y si no lo es,
aunque sea amargo me lo tomo, pues para eso está mi vida, para ser amarga.
Entonces una lágrima cae, y es transparente,
como las vitrinas de la cafetería y mi corazón parece quebrarse pero no se
quiebra. Él ha visto mucho, él sabe que con el tiempo ella sanará. El rímel
ennegrece la lágrima, ennegrece su corazón por un segundo y le da vida a otro
tipo de muñeca, una más oscura, influenciada por lo malo, o eso me gustaría
pensar a mí. También me gustaría que el malnacido que la acompaña muriera, por
hacer llorar a una chica, por dejar que ese líquido salobre salga de sus ojos.
Salado, a veces lo salado es más amargo que lo amargo, a veces nos damos cuenta
de que el agua trae demasiados males. Retribución a la vida, a la cruel y
bondadosa vida.
Y su silla cae con violencia. Él está molesto
por este vorágine al que llamamos vida, y que en este momento el ha de llamar
problemas. Ella llora, y en sus mejillas se forman cauces de un río que no
debió existir, y de las palabras de aquel hombre no hay más que un
resentimiento contenido y no miento cuando digo que siento odio. Él sabe que
hace mal, él sabe que por sus palabras mil astillas se quemarán en su boca, y
crepitarán y ese sonido le despertará por las noches; será el Coco quien le dé
su merecido, o La Parca, o Freddy Krueger, o yo. Pero yo no soy quién y aunque
lo fuera la cobardía es un don, un don que te salva de cuando en cuando.
Aunque sus labios sean delgados y maldigan,
aunque su voz se quiebre como un vidrio templado, aunque los ríos a su corazón
ahora estén ennegrecidos, el paso del tiempo lo curará y ya quiero yo que lo
curen, porque no vale la pena que ella llore. Porque siento amor y a la vez no
lo siento, siento una lástima extraña que es más comprensión que lástima y
siento una atracción extraña que me enreda cual telaraña, e hice una rima sin esfuerzo. Las rosas azules son hermosas, pero sus espinas solo traen
dolor; las rosas en general son hermosas, pero las rosas son rosas y no me
gusta el rosa.
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