El Mediador
No pude tolerarlo más. Estas disputas, entre
los Aws y Khazraj terminarán destruyéndonos. Es por eso que he decidido viajar
a La Meca. He oído muchas cosas buenas acerca de él. He escuchado acerca de su
habilidad para mediar toda clase de asuntos. He preparado una
pequeña caravana, con 10 hombres, varios camellos y algunos regalos. También he
escuchado sobre lo que habla y predica. El profeta. No debe tenerla
fácil.
Gracias a algunos informes que me llegaron
recientemente, él no se encuentra en una situación favorable. Es muy difícil
que rechace mi proposición. Y pese a todo, tengo mis dudas. Bueno, aún falta
para llegar allá. Me preocuparé después.
He llegado a La Meca. Tengo un poco de experiencia
como comerciante, y es por eso que conozco esta ciudad, no me es ajena. En
el viaje no hubo ninguna clase de problemas, ni salteadores. Pero no
estoy libre de los peligros. La situación no es muy favorable para Muhammad ¿Estarán
al tanto de mis acciones?
Me he instalado en la casa de un viejo amigo. Es un
hogar cómodo para mí y mis acompañantes. Mientras bebíamos agua, mi amigo y
anfitrión me contó algunas cosas. Yo ya estaba enterado de la muerte del tío
del “profeta” y de su querida esposa. Era de esperarse que los
ataques hacia Muhammad y sus seguidores cobraran fuerza. Pero hace dos días, un
nuevo atentado contra su vida ocurrió. Y en esta ocasión su vida se vio
ampliamente comprometida.
- ¡Esto no puede seguir así! ¡Necesito hablar
con él ahora! – sin darme cuenta, ya estaba de pie.
- Espera, ¿Estás seguro? - Mi amigo se
acercó y me golpeó levemente en el hombro - Si ellos te ven…
- No te preocupes – le respondí -. Ellos quieren
deshacerse de Muhammad. Yo lo necesito. Si me lo llevo a él y sus seguidores,
no habrá más problemas.
- ¿Llevártelos? ¿A dónde?
- A donde más, a mi hogar. A Yatrib.
- Entonces… ¿Tú estás aquí por eso?
- Ah, cierto – sonreí -. Disculpa por no
haberte contado mis intenciones. Sé que yo soy bien recibido y no cuestionas
absolutamente nada sobre mí. Disculpa por haberme aprovechado de tu
hospitalidad.
- No, no hay problema. Tú me has recibido en tu hogar
de la misma manera. Es lo mejor que puedo hacer por ti.
Luego de la conversación con mi amigo, llevé a todos
mis hombres al lugar donde se encontraba escondido el famoso profeta. Las
personas con las cuales nos cruzamos en el camino, nos miraban fieramente. En
especial por que tanto yo como mis acompañantes nos encontrábamos
armados. Casi a unos metros de una puerta, dos hombres
muy altos, detuvieron nuestro avance. Uno de mis compañeros casi desenvaina su
espada, pero lo detuve a tiempo. Hice una reverencia e indiqué el motivo de mi
llegada. Me quité todas las armas.
Mis acompañantes se quedaron afuera. Estaba
completamente solo. Era evidente que temieran, dado los acontecimientos.
Sorpresivamente, Muhammad me estaba esperando. En habitación habían dos sillas,
una frente a la otra y una cama atrás. El señaló el asiento vacío, indicando
que me sentara. Luego de saludarlo e indicar mi nombre y procedencia, fui
directo y le dije mis intenciones.
La Hégira |
- No es necesario de que se preocupe. Allah no dejará
sin castigo a quienes intenten asesinar a su profeta. Es Él quien me guiará y
protegerá.
- Pero, con todo respeto a usted y su dios, ¡Usted
está en peligro! ¡Casi lo matan! – bramé, inconcientemente. No me había
percatado de aquel desliz tan terrible. Es probable que él…
- No te preocupes – el profeta sonrió amablemente. No
le había perturbado mi exaltación. Menos mal.
- Mi señor, le suplico que considere esta
oferta que le estoy brindando. Quizás en mi ciudad, sus enseñanzas sean más
fructíferas y…
Muhammad frunció el ceño. En ese momento pensé que era
mal síntoma, pero ya luego me daría cuenta que en realidad lo estaba pensando.
Me despedí y me retiré.
Han pasado varios meses. Muhammad me confirmó
recientemente que aceptaba mi invitación. He enviado mensajeros para que
alisten las cosas allá. No son pocos los que acompañarán al profeta en este
viaje. Menos mal que no hubo ningún problema al respecto. Calculo
que en un par de días más y estaremos partiendo hacia Yatrib.
Hemos partido. Presiento que este día no es una fecha
cualquiera. Presiento que es el inicio de una nueva era. ¿Cambiará para bien mi
ciudad? ¿Qué destino le espera al profeta en Yatrib? No lo sé, aunque imagino
que habrá un gran cambio.
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