Ahora bien. Sé que las líneas anteriores no son suficientes. Tampoco es ése el tema de ahora, sino mis disculpas por el retraso, y comunicarles que Yuuki parece extenderse un capítulo más. Así es, habrá tercera parte en unos días. Ya estaré avisando. Ahora lean
.+.+.+.+.+.+. ゆうき (Esperanza): 2da Parte.+.+.+.+.+.+.
Entre todos ellos, una sucia bata blanca resaltaba y se movía de un lado a otro, servicial pero impaciente. Jin reconoció en él a un médico y se acercó para confirmarlo. Tenía razón, se trataba del Dr. Sasaki. Jin se presentó como Ieyasu e intentó hablarle de la pequeña Yuuki. Pero el doctor se encontraba muy ocupado. Iba de un lado a otro, y Ieyasu Jin detrás de él continuó con su relato. La herida en su brazo y su pérdida de sangre, que buscaba a sus padres, que su casa parecía haber sido completamente destruida.
Dr. Terufumi Sasaki |
- ありがとう ございました
Por la expresión que se dibujó en su rostro, Jin parecía muy agradecido. Él mismo se sorprendía de que una pequeña desconocida pudiera llegar a importarle tanto. El doctor lo guió hacia algún lugar libre y examinó a la pequeña.
- おとうさん… おかあさん…
Tranquila, Yuuki, es el Doctor Sasaki. Él mismo se presentó cuando la niña abría los ojos. Era necesario retirarle del brazo el nudo hecho por Jin cuando la encontró, pues, aunque la medida se justificaba, la tela que lo cubría estaba bastante sucia.
Va a doler, Yuuki. Sí, y mucho. La pequeña, sin embargo, soportó que le desinfectaran la herida y le hicieran algunos puntos. Siempre y cuando estuviera allí el señor Jin, que le había prometido que la llevaría con su madre.
Sin embargo, la sangre que había perdido requería un descanso. Yuuki no podría ir corriendo por ahí en busca de mamá o desmayaría. Saberlo la hizo llorar. Por suerte, tenía a Jin, quien se propuso a buscarla por ella mientras se recuperaba.
- ほんとう?
- はい, あなたのお母さんをきっと見つける
En los ojos de Yuuki brillaba la alegría. Pensaba que tenía un buen amigo y eso la hacía muy feliz. Pero su felicidad se resumió en un simple “gracias”, tras lo cual volvió a quedar dormida. Definitivamente la pequeña Yuuki necesita un descanso.
Sentado contra una pared, Jin piensa en lo que hará a partir de ahora. Retira de sus bolsillos un papel bastante arrugado, lo desdobla y lo mira fijamente. Se trata de una carta, pero Ieyasu Jin la ha leído tantas veces que ya no la lee. Desliza su vista por las palabras escritas, solo tinta para sus ojos actualmente. Para él, la necesidad imperiosa de volver a casa y ver a su familia. Está aún lejos, pero abandonar a una niña no es una opción. Recuerda a su pequeño Satoshi y cree que no podría perdonárselo.
Allá la situación no es mejor que en Hiroshima antes de la extraña explosión luminosa. Su madre parecía haber enfermado en su ausencia, pero confiaba en que todo estaría bien. Solo debía encontrar a la familia de Yuuki y podría continuar con su viaje.
Se armó de valor y creyó con toda seguridad que la madre de Yuuki se encontraba en este hospital, uno de los más grandes de la ciudad. “Kanna”. Jin creyó que era un nombre común, que habría muchas mujeres con ese nombre y que alguna de ellas debía ser a quien buscaba. Se armó de valor y comenzó con su búsqueda.
Lo primero fue ponerse de pie. Desde ahí arriba, vio una vez más la multitud de cuerpos enfermos. Dio un paso, dos, tres…
Una mano le cogió el tobillo.
— みず… みず…
La voz, profundamente ronca, se elevaba y decaía en intervalos que incluían respiraciones ansiosas, mientras pedía agua. Jin se detuvo a decirle que se calmara, que vendría el doctor Sasaki y lo atendería, que él era un simple forastero y no podía hacer nada por mejorar su salud.
El hombre hizo presión en el tobillo de Jin, repitiendo la misma palabra, una y otra vez. Agua. Ieyasu Jin, este hombre se muere.
Agua. Debía haber algo cerca. Observó alrededor y le prometió al moribundo un poco de agua.
Allá, entre un grupo de heridos, había una cantimplora.
Se acercó y pidió encarecidamente un poco de agua. “Kanna”, escuchó que alguien muy cerca había pronunciado ese nombre. “Yuuki”, pensó. Cabía la posibilidad de que aquella mujer fuera su madre.
Agua. Regresó con el hombre vendado, a ofrecerle el agua. Jin se sentó a su lado para darle de beber. Y bebía, pero no dejaba de pedir agua. Este hombre tiene demasiada sed, se decía mientras parecía entrar cada vez más en la desesperación, mientras se sentía cada vez más impotente ante la muerte de un hombre.
— みず… みず…
Seguía. Y Jin comenzaba a creer que nunca quiso agua.
— …き …みず…き…みず… みず…
Mizuki.
El forastero dejó de escuchar al moribundo. El moribundo dejó de llamar a su esposa…
Yuuki continuaba dormida.
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Bien, eso ha sido todo por hoy. Si se preguntan por el inicio, que es igual al final de la primera parte... es porque el texto no está cortado originalmente, y lo estoy escribiendo en el camino. Como resulta que el inicio quedaba en el aire, tuve que agregarle el párrafo anterior. En fin, cosas que pasan. Gracias por leer. Au revoir!
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