.+.+.+.+.+.+. Simulacro.+.+.+.+.+.+.
"Es como suero de leche agria", dijo Gus. Hacía
poco que había comenzado a sentir el extraño olor en el aire al interior de la
cabina. "OK. Procederemos a tomar una muestra". Y así lo hicieron.
"No hemos hallado nada Grissom, ¿todo en orden?", "Todo en orden".
"Vamos, chicos, nos hemos retrasado, vamos a retomar el simulacro. Es
importante para la verdadera misión". "Oye al tipo del monitor,
Roger, su cabeza nunca ha estado en el espacio, pero sabe lo que dice". La
broma de Ed hizo reír a todos, incluyendo a Roger, que, a pesar de nunca haber
estado en una misión espacial real, entendía que el humor de su compañero
estaba dirigido al hombre del monitor más que a él.
De izquierda a derecha: Virgil I. "Gus" Grissom, Edward White y Roger Chaffee |
"Comenzando la cuenta regresiva", escucharon. "10, 9, 8", las escotillas se cerraron y acoplaron a la nave. "4, 3, 2, 1". Los tres compañeros sonreían, pero se tomaban muy enserio el ensayo. Tal como lo había dicho el hombre del monitor, era necesario comprobar la capacidad de la nave para funcionar separada de los cables y conexiones que la unían a la Tierra.
El sonido de una alarma les cambió el semblante. "¿Qué
es eso?", preguntó Roger. "El maldito oxígeno".
"¡Mierda!", el hombre del monitor gritó. El simulacro
tendría que detenerse. "Arreglaremos eso en unos minutos".
La cabina cerrada herméticamente era como un universo
aislado del planeta, y quizá hasta del mismo universo. "Hola, hola, Hola,
¿me copian?". "Es una mierda", dijo Ed, "ahora falla el micrófono,
no nos escuchan". Gus, Ed y Roger contemplaban cansados trabajar al hombre
del monitor, levantaban un brazo, lo bajaban, Ed comenzó a cantar en algún
momento y no tardaron en aparecer las bromas.
"¿Suero de leche agria? Gus, hermano, tienes una imaginación
tremenda, ¿qué carajos quiere decir eso?". Rieron. Gus, sin embargo,
Virgil Ivan "Gus" Grissom, dejó muy pronto el humor. "¿Cuánto
tiempo llevamos acá? Algo huele mal", dijo Ed. "Una eternidad".
El humor, efectivamente, abandonó a Gus. No estaba loco (suero de leche agria),
algo andaba mal. Desde que subieron a la nave todo había resultado un percance
para completar la misión. Tenía un agudo sentido de la intuición y sabía que
algo andaba mal. Confiaba en su sexto sentido, pues no le falló ninguna de las
veces que voló más allá del límite en el espacio, no le falló cuando le dijo a
su esposa que regresaría con ella la última vez que se fue. Pero
esta vez, esta vez era diferente. No recordaba haberle dicho algo parecido. Y
si lo dijo, quizá en ese mismo instante algo le punzó el corazón, como
amenazándolo por meterse con el destino. "Es fuego", dijo para sí.
Cuando advirtió la magnitud de su sensación lo gritó "Es fuego, ¡huelo
fuego!". Sus compañeros quedaron estupefactos. Solo Ed reaccionó, y gritó
también junto a Gus. Era un hombre en quien confiar y él mismo lo percibió
también en ese momento. Era fuego, no cabía duda.
"Oh, dios mío, vamos a morir aquí encerrados",
dijo Roger. "Hay maldito fuego en la cabina, déjennos salir. Nos estamos
quemando". "Está en todos lados, Gus, está en todos lados". El
fuego se acercaba a ellos. La cabina había comenzado a arder a los pocos
segundos de que Gus descubriera que se trataba de fuego.
Era imposible un escape. La salida estaba frente a ellos,
pero era imposible para ellos. Arderían de inmediato. Ya lo estaban haciendo,
gritando y ahogándose con el humo.
Insignia de la misión con los nombres de los astronautas. |
Gus se lanzó sobre la puerta y el salto duró una eternidad.
Escuchó el crujir de algunas piezas y el dolor de sus compañeros. Escuchó una
voz contando hacia atrás una vez y una vez más y se sintió inseguro al no estar
en su asiento de la cabina. La nave estaba a punto de despegar cuando Gus
escuchó otras voces. Eran hombres que no conocía y que parecían ajenos al dolor
a causa del fuego. Eran hombres que no eran reales, productos de su
imaginación. Gus alucinaba con que iría al espacio una vez más y creía recordar
haberle dicho sinceramente a su esposa que volvería a salvo. Se mentía burda e
infinitamente mientras escuchaba nombres desconocidos y risas y cuentas
regresivas que le copaban la mente por completo. Escuchó mil cosas de estos
muchos hombres que se aparecían frente a él, y frases esperanzadoras de que por
fin llegarían a la Luna. La cuenta regresiva, una de las muchas o quizá todas
al mismo tiempo, las verdaderas y las simuladas, corrieron en su mente y la
bandera de Estados Unidos en un suelo árido y accidentado le golpeó la
conciencia. Solo él podría imaginar esas cosas. Solo él, un tipo que se atrevía
a jugar con el destino, a ponerlo a prueba engañándose a sí mismo de que todo
saldría bien. Patrañas, pensó. Y con este pensamiento el conteo llegó a cero y
volvió a tocar el suelo y a sentir que se asfixiaba.
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Bueno, señores, aquí se terminó. Que tengan buenas noches [ D; ]
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