La novela tiene un comienzo bastante curioso: una brevísima
carta de Ricardo Sympson, el supuesto editor del libro, quien da alcances sobre
el protagonista, Lemuel Gulliver, íntimo amigo suyo, y nos cuenta cómo fue que
sus manuscritos llegaron a él.
Ahora bien, ¿de qué trata Los viajes de Gulliver? Es casi
seguro que la mayoría de personas ha escuchado, leído o visto versiones de su
historia: Gulliver realiza cuatro viajes que lo llevarán por lugares
completamente distintos del mundo que conoce, siempre solo y en problemas
gracias a su suerte y a su poco fiel tripulación. Cada uno de estos viajes
constituye una parte del libro. Siendo así que la novela se constituye por
cuatro interesantísimas partes.
¿Por qué vale la pena leerlo? Pues, cada lugar nuevo, ya sea
la isla de los pequeños liliputienses, los gigantes de Brobdingnag, los excéntricos
hombres de Laputa o la controvertida isla de los caballos parlantes (houyhnhnms)
con esclavos humanos salvajes (yahoos). Cada uno de estos viajes es una especie
de ironía escrita por Swift a la sociedad de su tiempo. Y, ¡vaya sorpresa!,
incluso ahora, casi 300 años después de su publicación, puede provocarnos
cuestionar mucho de nuestro mundo.
Recomendable por supuesto. Pero, eso sí, no es para nada un
trago ligero. Al menos no lo fue para mí.
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