De Barba Azul y su Pacto

Esto es un experimento o es algo más. 


Es un relato del Barba Azul de Gambais, un día como hoy muere guillotinado por, se sospecha, cientos de asesinatos. Pero tal como él hubo otros(si contamos la ficción), y tal vez todos ellos son uno solo. Eso o he visto demasiadas tonterías, pero me gustó la idea. 



De Barba Azul y su Pacto 


Se cuentan historias de gentes que han superado a la muerte. Se cuentan, en la oscuridad, escondidos en un velo de desgracia-hundidos en la herejía-, historias profanas de las que nadie ha oído jamás. Historias que tienen de cierto mucho más que los chismes que se cuentan día a día. Historias que crecen y se hacen largas, de las que se podrían escribir tomos y tomos de libros y nunca se acabaría. Porque eso son.
Historias interminables.
Barba Azul es un apodo que ha pasado a la historia desde hace ya unos setecientos años. Es un apodo con historia, se podría decir. Tal vez no sería demasiado injusto decir que el portador de ese apodo es siempre el mismo. O tal vez sería aventurado decirlo. Un disparate.

***

La tenue luz de la vela no parecía algo más que una luciérnaga estática. Un tierno evento para tan grata oscuridad. La pluma escribía rauda, ligera, imperturbable para cualquier fenómeno. Escribía de horribles eventos y de horribles asesinatos.
Escribía sobre un hombre, caucásico, de origen francés.
Escribía sobre alguien que, según visiones de poderes más allá de los humanos, rompería el molde.
Y ella, de cabello gris, plateado a la luz de la noche; ella, que había vivido más de lo que algunos humanos podían contar, lo preveía y lo veía en su cara mientras lo preveía. Y él, mortal, astuto e insignificante, se sentía petrificado mientras veía su cara. La atmósfera a su alrededor la percibía atribulada y fiera. Veía en su cara, la de ella, de cabellos plateados ahora, con su piel tan pálida como la leche, algo que no podía describir. Veía en sus ojos, ojos místicos, propios de las artes que practicaba algo horrible que no podía comprender.
“Haz de conocer a éste. Y según sus pautas y sus ritos algo pasará, pero debes tener cuidado con lo que deseas, porque a veces esto no es más que una deformación de lo que realmente queremos.”
Él supo en ese momento que era posible. Porque ignoró todo lo que dijo, porque supo que le había dicho que solo tenía que conseguirlo a él para obtenerla a ella. Traerla de nuevo a esta vida. Así entonces se propuso a ocupar todos los métodos que tenía para encontrarlo y encontró muchas cosas, cosas que nunca quiso saber.

***

Miró con sus ojos el cuello degollado. La sangre se escurría entre sus manos y bajaba por el cuello de la muchacha. Le recordó una imagen demasiado vieja para una memoria demasiado gastada para la clase de vida que vivía.
“Con esto, con esto podré obtener todo lo que quiero. Podré vivir como solía vivir.” Se dijo esto negando cualquier moral que hubo alguna vez en su corazón. Se lo dijo también sabedor de que disfrutaba la parte en la que desgarraba el cuello y la sangre corría. De ver al cuerpo de la mujer perder su vida, alejarse de este mundo como un alma. Ver esos labios lívidos y sentir una corriente que le atribuía a lo fugaz del amor.
Pero él no la amaba a ella. Y tampoco amaba a ninguna de las mujeres con las que había estado y con la que estaba-al menos legalmente-. Solo amaba a una, a una que pertenecía a una historia demasiado lejana.
Fue este el asesinato que lo comenzó todo, una vez más.  
Fue este el asesinato que le recordó como había masacrado a miles de niños en busca de una sola cosa.
Fue el asesinato que le recordó que solía ser alguien más... Y que había sido muchos otros. Aunque esto ahora fuera solo otro extracto de su vida. Uno en el que suplantaba a un tal Henri Désiré Landru, ya muerto y sepultado bajo su mano.
Recordó todo esto con una mueca que solo conoce la perversidad, ya que ésta te da dones que algunos humanos son incapaces de entender, te abraza de un modo que quema todo lo que eres.
Poco a poco fue tomando una memoria universal de todas las épocas en las que había sido Barba Azul. Y rió, rió porque sucedería de nuevo. Porque el ciclo nunca acaba.
Recordó las palabras de una mujer. Eran palabras que ahora le sonaban a lo mismo, pero que le daban un golpe fuerte y catastrófico.
“...Pero debes tener cuidado con lo que deseas, porque a veces esto no es más que una deformación de lo que realmente queremos.”
Y entonces rió de nuevo de una manera que solo los aliados de Él conocen, y degolló otro cuello, porque ya no le importaba todo lo que había sucedido con su yo pasado.
Estaba viviendo lo que otros hombres vivían con soñar, siendo la pesadilla de miles. Hasta que el pacto termine.

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