Hola, soy uno de los nuevos miembros de Errror de Imprenta y les presento mi primera ficción. Dreyfus no fue un héroe ni hizo nada importante, básicamente estuvo al otro lado del océano mientras el mundo sufría un par de revoluciones globales. Elegí esta fecha porque es un momento clave en la historia de la humanidad, de este pequeño error judicial se desencadenan series de acontecimientos cuya gravedad todavía nos afecta.
Sefirot 9
Todavía extrañado por lo distinto que lucía el mundo a su regreso por palabras nuevas como “intelectuales” para definir a un grupo de hombres del arte y de las ciencias con influencia en las masas o instituciones creadas a partir de su periodo de cautiverio (la Liga Francesa para la defensa de los Derechos del Hombre y el Ciudadano o la Organización Sionista Mundial) encontró un libro especial en la Bibliothèque Impèriale. Allí reconoció a la mujer de sus sueños en un grabado con el título de “M'lle Lenormand”. Recordó también sus palabras y supo que el Estado de Israel se formaría, en parte, gracias a él y a Herzl, un compañero del mismo sistema del que era representante y que tendría que volver antes para presentar su informe: La misión, sin duda, había sido un éxito.
Era llevado
bajo arresto el 15 de octubre de 1894. El Capitán Alfred Dreyfus fue detenido
después de haber rechazado la oferta de suicidio que du Paty le propuso
inmediatamente después de que rechazara también escribir una confesión. Ni el
revólver ni la pluma.
Dos días antes había sido informado de que
debería acercarse, el general lo había convocado y esa misma noche tuvo un
sueño increíble. Acostado, sentía que despojado de su cuerpo se elevaba
mientras una voz de mujer, una voz conocida susurraba. “Tu corazón sufrirá un
castigo. Un castigo que no me atrevo a pronunciar, pero del que sabrás salir
purificado si es que lo superas. Sé que estás preparado. Supiste mantenerte
firme durante momentos graves y es tiempo de que sepas hacerlo y mantener tu
ecuanimidad durante largas y duras temporadas. No será sencillo. No estarás
solo”. Pudo ver su cuerpo dormido para luego, atraído por una fuerza enorme,
dejarlo atrás e ir hacia un puerto, después el océano interminable. Finalmente
una isla, dos, tres islas y un nombre. “Diablo, diablo.”
No tardó en
descubrir que la isla que había visitado en sueños era “La isla del Diablo”,
ubicada más cerca de la Amazonía que de su ciudad natal. No sabía si había un
complot en su contra o si un simple error judicial y la testarudez justificada
en la Razón de Estado en un período difícil para su patria sería lo responsable
de su confinamiento en una prisión infernal al otro lado del mundo, pero no
había nada que temer: la voz del sueño no solo había sido clara y directa,
también había sido reconfortante y segura. Sobreviviría para probar su
inocencia.
Por eso no
confesó ni aceptó el suicidio, viviría para restituir el honor de su nombre, de
su trayectoria, de sus años sirviendo al Estado y afrontó juicio tras juicio,
sabiendo que lo declararían culpable incluso sin pruebas, sereno y seguro. Fue
arrojado a una isla en la que junto a sus guardias eran los únicos habitantes.
Una noche,
atado a la cama por las muñecas y tobillos, a punto de rendirse casi a mitad de
la condena que llevaría a cabo y luego de profundas crisis y depresiones volvió
a escuchar la voz que creyó haber imaginado dos años antes.
—No
desesperes, todavía no es tiempo de volver con tu familia, tu labor en este
lugar es tan importante como la mía, medio siglo antes de que nacieras orquesté
una revolución que en esta Tierra no se olvidará.
—Tengo miedo.
—Mi hijo, mi
hermano, debes resistir. Tu nombre no será olvidado, ni tu entereza. Están
trabajando arduamente para probar tu inocencia, te devolverán la libertad que
te han quitado y aunque tal vez no restituyan lo que de ti degradaron tu caso
será estudiado siglos después. Lo que contigo ocurre ahora será la causa de movimientos,
ideologías, desastres y guerras. Muchas vidas serán determinadas e influidas
por lo que aquí pasa contigo.
—Muchos
pensamientos vienen a mí, veo cosas que no sé si son reales, mis guardias no
comen ni beben y pueden pasar semanas sin dormir, se comunican en una lengua
extraña, se alimentan de algo desconocido, de maneras que no entiendo, me
siento perdido. Nunca volveré a casa, ya no puedo estar tranquilo, lloro y
grito sin que eso me alivie. Mordí las cuerdas hasta saborear mi sangre. Quiero
morir. Mi piel y mis huesos parecen unidos, materia seca y sucia, todo yo soy
despreciable. Nada hay de valioso aquí. No recuerdo que se siente estar fuera
de este espacio oscuro y mojado. Una vez soñé que elegía abandonar un planeta
lejano para venir aquí, estabas conmigo.
—He visto lo que
tú y me ofrecí como tu guía, ahora mismo se orquestan muchas acciones a favor y
en contra de aquello que debe suceder para que el mundo sea el que tiene que
ser. El que vinimos a transformar. Mantente alerta de cuanto ocurre en ti, es
la única manera de dejar este lugar.
No solo
escuchaba, ahora también podía sentir una presencia refrescante en su
insoportable infierno de fiebre y humedad. Una mujer delgada al lado de su cama
examinaba unos naipes con dibujos que aunque nunca había visto y muchos días después
de liberado trató de reproducir en su mente no recordaba con claridad, pero
sentía que se relacionaban de algún modo con su conocida Cábala.
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