Vladislav II, Duque de los Bohemios

Todos los vlads son el mismo vlad, es una epifanía, les digo... y... ¡Hola! Después de... ¿un mes? de inactividad de mi parte, vuelvo más fuerte y malévolo que antes. Esta ficción trata sobre Vladislaus II, Duque de Bohemia y posterior Vladislaus I, Rey de Bohemia. ¿Qué tal si Bohemia hubiera sido...?


Vladislav II

La ciudad que no fue 

Una criada bebía semen de una copa y, riendo a carcajada suelta, auguraba que Vladislav II sería el segundo Rey de Bohemia, después de más de cincuenta años sin rey pues se había bañado en la perversión humana desde su nacimiento.
"¡Bailó con una ninfa, yo lo vi! Tenía dos años cuando lo hizo y reía con una voz tal que bien podía ser la de un hombre. ¡Qué tiernos recuerdos!" 
Su madre, Richeza de Berg, se río de su comentario someramente. La agarró por la cintura y la besó, bebiendo de ella el contenido de su copa. 
"Dominó a una súcubo cuando tan solo tenía diez años, fue una escena hermosa. Hice que la pintaran, todavía está colgada en mis aposentos." Comían todos con ínfulas de igualdad de un festín exagerado. Su política era el despilfarro y aunque la anterior duquesa actual besaba con pasión a la criada y vidente de la familia, tan solo salía del comedor principal la azotaba y le exigía que caminara en cuatro patas, pues era una perra.
En los ojos del invitado, que rechazaba todo exceso de cariños amablemente, simplemente veía a su viejo amigo reír y disfrutar la ocasión, embelesado por su creación. Su sonrisa era de la de la malicia, a decir verdad, ese era su estado natural. 
“Oh, joven, Vladislav, cómo lamento la muerte de tu padre,  mi hermano. Han sido años terribles estos, yo no nací para gobernar, la verdad sea dicha.  Aún eras muy joven, solo tenías seis años y vivías felizmente con tus ninfas, jugaban desnudos por los jardines y esa vista era hermosa y llenaba mi corrompido corazón de envidia y felicidad. Para describirlo de una manera más natural, tenía que matar a uno de mis criados, con mis propias manos, ver como sus ojos se inflaban y su cara lívida perdía la vida, eso me llena de una satisfacción parecida a la que tú disfrutabas, en tu niñez.” El Duque actual reía, su ceño estaba fruncido, pera más tarde Vladislav le dijo a su invitado que su ceño siempre estaba fruncido, incluso en el éxtasis.
“Tío, mi vida es tan solo un tercio de la tuya, incluso si tu naturaleza no es la de un soberano duque, tienes años de experiencia y has participado en incontables guerras, retornando como héroe.” 
Esa cena había pasado hace dieciocho años. En esa ocasión Tuan, hijo de Cairill solo presenció la cena y se fue, sobrevolando la ciudad.
Esta vez había vuelto sin comentarle nada, pero pronto fue a hacia él un carruaje, que lo llevó hacia su ostentoso hogar. Ahí lo recibió a Vladislav II  y lo abrazó. No había envejecido un solo año.
“Debes saber ya que mi madre murió, ¿no es así?”, Tuan asentía distraídamente. La criada que en ese entonces le calculaba veinticinco años, ya había pasado la belleza de su juventud y ahora se veía un tanto desgastada, lo que no impedía que siguiera llevando su collar de perra orgullosamente. “Ah, sigue con las manías que le dejó mi vieja madre, si quieres te la puedo regalar” susurró al notar el interés de Tuan, éste le devolvió una mirada fría.
“Veo que no pararás nunca con tu naturaleza inmoral.” Dijo, mientras caminaban, era la primera frase que había salido de su boca en sus dos visitas.  De pronto, Tuan notó cómo los ojos de la criada se perdían en la nada, mientras los acompañaba.
“Sería algo estúpido que alguien como yo no fuera inmoral, sería irónico… Mmm debo intentarlo alguna vez, apuesto a que será aburrido.” 
Esta vez los dos comieron solos y recordaron la antigüedad. Dicho esto, salieron a ver la ciudad de Praga.
“Debo admitir, Tuan que es raro verte sin que seas una simple bestia.”  Dijo el duque, que pronto sería elegido Rey de Bohemia. 
“¿Todavía te da risa esa antigua maldición? Ah… a pesar de que la sorpresa inicial me traumó, fue una experiencia única.  Los instintos animales son algo totalmente distinto a lo que sientes como un ser humano.”
“Supongo que preferiste ser un salmón”, rió maliciosamente.
Mientras recorrían las calles de la ciudad se veían escenas ridículas: un pintor dibujaba a una prostituta desnuda y, a su alrededor, varios borrachos se masturbaban, de pronto, un hombre vestido como bufón, hacía acrobacias y tiraba agua fría o bolas de nieve a los borrachos, un bardo cantaba la escena y un poeta escribía sobre el amor de un antiguo árbol y un hombre,  en aquel árbol, dos hombres se amaban vehementemente  y proferían frases como si actuaran ante un gran público. No importaba a donde se caminara, había escenas repugnantes o hermosas.
“Y nadie se da cuenta de que el Gran Duque de Bohemia camina por las calles, con un total desconocido”, le comentó Tuan.
“Oh, en efecto, nadie se da cuenta tampoco de que he sido yo el que ha gobernado este ducado por su mayor parte. Yo lo fundé, establecí reglas a un antiguo culto del cual olvidé su nombre. Comprobé que la indecencia fuera ley por cerca de un siglo y me fui, aburrido. Después de eso, he vuelto tras periodos donde gobierno y desaparezco por quince años. ¡Los humanos nunca dejan de maravillarme!”
“Y toda la familia real dice estupideces como ‘auguré que serías rey’… Tú les implantaste eso, ¿no es así?”
“Claro, soy el hijo de mi esposa, técnicamente” carcajeó.
“Y todo esto se olvidará cuando te aburras, ¿qué diría el Papa si supiera que hay demonios que gobiernan ducados?” 
“Sabes muy bien que los papados son igual de corruptos, ya uno o dos poseídos han sido Papas. ¿Qué hombre en su sano juicio provocaría las cruzadas sin la precisa manipulación de algún demonio menor? “   dijo Vladislav. “Tú mismo serías considerado uno de nosotros bajo ciertos espectros y solo fue su tortuoso Dios el que te maldijo a ver todas las generaciones tuyas.”
“Por puro capricho, solo para que luego se lo dijera a algún sacerdote. En fin, soy inmortal y un cambia-formas, creo que obtuve, en balance, más fortunas que desgracias. ”
“Un peregrino por toda tu vida, es tu maldición. Nunca tendrás de nuevo una familia y siempre serás un extraño”, le aseguró el demonio. “Y ahora, te vas de nuevo, al menos pude sacar de tu boca algunas frases.  Tuan mac Cairill. ¡Ven y disfruta de Bohemia cuando quieras! Después de todo, no hay caminos hacia este paraíso, solo se llega al errar.”
Así, el cambia-formas se volvió un búho y nadie en esa ciudad maldito volteó ni pestañeó al ver ese acto. Tal vez lo escribió un hombre sano, uno de los pocos miserables que, a consciencia, Vladislav II, un demonio, dejó libres de ilusión… Para que se creara un mito de una ciudad a la cual solo llegan las almas libres. Bien lo había dicho, ¡no hay caminos hacia Bohemia! Es una ciudad donde uno vive su propia vida, escoge su propio camino. Un imperio místico.

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