Caín: El Segundo Fruto Prohibido 5ta Parte

Ha pasado un mes. Un mes y un día. Creí que no vería la luz del sol de nuevo, a decir verdad, no la he visto. Me secuestraron los no-seres y me llevaron a su no-tierra. Una experiencia aterrador para alguien que es. No puedo llegar a describirles lo horrible que no fue. En fin... quinta parte, explicaciones aleatorias que forman parte de algo mucho mayor. Quizá. Y quedan como dos partes más... o tres. ¡No más de cuatro!


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Caín: El Segundo Fruto Prohibido 5ta Parte


En su cara había una sonrisa plácida, todo iba de acuerdo a sus planes. Quise increparle por qué no me había dicho… nada. ¿Qué sentido tenía revelarlo entonces? ¿Qué sabíamos nosotros en verdad? Satán era un símbolo de lo malévolo y tan solo ahora se mostraba con claridad que no era lo que parecía… si bien sus métodos  eran poco comunes, y hasta siniestros, no se podía negar que era él quien les había brindado luz a los humanos. Eso creía, pero había algo que no podía sacar de mi cabeza y era: ¿con qué propósito nos había tentado Lucifer? ¿Había sido porque creía que la humanidad merecía el conocimiento de la fruta, en desacuerdo con “Dios”, fuera lo que fuera eso? ¿O tenía planes más perversos? E incluso con esa duda,  no se podía saber si eran planes desfavorables para nosotros o para los demás ángeles o el propio Dios. Los humanos no sabíamos nada, éramos simples piezas que ellos podían mover a voluntad y nosotros solo podíamos creerles.

Me hubiera gustado decirle que no formaría parte de sus juegos. Era muy tarde para decirlo, ya no tenía ningún sentido.

En el semblante de Anah se escribía una loa en propósito a la belleza indescriptible de Lucifer. Su apariencia estaba cambiada muy ligeramente, sus rasgos ya no eran tan masculinos como la vez anterior, tenía una apariencia que sugería feminidad, como su voz la pasada noche.

“¿Así que tu eres la amada de Absalom, Anah?” No hubo respuesta, seguía embelesada.

“¿Para qué me has llamado?”

“¿Para qué te he llamado? Hay que hablar de muchísimas cosas Absalom. Hay muchísimos hilos que tirar, otros que cortar, algunos que enmendar. Ha pasado muchísimo… y todo ha ocurrido tan pronto. Me hubiera gustado apoyarte en presencia, a todos mis camaradas también.  Te llamo porque sé que necesitas ayuda y te sientes confundido… Mi oído es muy fino, he oído lo que ha dicho esa adorable vieja sobre mí.”

“Y todo lo que dijo es cierto, ¿no es así?”

“Exacto. Yo jamás te mentiría.  Se han visto las cosas desde cierta óptica desde hace tanto tiempo,  que no se puede evitar que se empañe nuestra visión, la visión de ustedes.” Lucifer parecía mucho más tranquilo, confianza rebosaba en su actitud amable que no terminaba de cuajar para mí. Resultaba el acto más natural del mundo… si no lo hubiera visto antes, lo temible que podía llegar a ser. ”Todo depende de la óptica.”  Repitió.” Ellos dicen  que los tenté, en forma de culebra. Y nada más cierto. ¿No le temen los humanos a las culebras?” Asentí, pero el ya seguía, sin prestarnos la menor atención. “Así es. Le temen a ellas y yo tomé esa forma y les ofrecí algo que ustedes querían, sugerí miedo porque incluso los ángeles pueden temer, y yo tenía tanto miedo como ustedes.”

“¿Los ángeles temen?” Anah preguntó sorprendida en exceso…”¿Tú sabías eso?” Me miró llena de curiosidad infantil. Lucifer a pesar de interrumpido seguía sonriendo, regocijándose ante nosotros.

“No tenía la menor idea…” Respondí.

“Toda criatura es capaz de temer, Anah.  Nosotros parecemos intocables y somos tan brillantes ante los ojos humanos que parece imposible, ¿no es cierto? Tenía miedo, esa es la verdad. Tenía miedo porque no todos los ángeles piensan igual y junto a mí había otros que creían que los humanos debían ser capaces de saciar su curiosidad. Parecía una cruel tortura. Darles libre potestad y decirles luego: ¡No pueden tocar ese árbol ni comer de esos frutos ni entrar en esa fuente! Tantas restricciones, ¿para qué hacérselos saber? ¿Tan solo esperábamos que fallaran para saciar nuestra infinita existencia de una diversión? No me parece sano… Yo soy de los que creen en la naturaleza humana. Por eso, les ofrecí la oportunidad, tomando forma de serpiente, recordemos, les ofrecí la oportunidad de escoger. Así como te la ofrecí a ti, Ab. Me demostraron los humanos que incluso con el miedo natural a un ofidio mortífero preferían el conocimiento a la nada. Este acto fue visto como egoísmo de mi parte, más no era yo el único que creía eso. Discutimos y hubo una atmósfera nada reconfortante en el paraíso. De una manera brutal nos excluyeron, mancharon nuestro honor y  nos tiraron a la tierra, al infierno, con ustedes y luego divulgaron terribles mentiras sobre nuestra naturaleza. Así les han mentido los ángeles.”

“¿Cómo es posible?” Anah dijo, como si leyera mis pensamientos. Mucha más empatía parecía tener ella, que agregó:” ¿Cómo los ángeles pueden ser tan crueles? ¿No somos nosotros los que tendemos al pecado, a la incomprensión y al conflicto? Incluso en los ángeles yace la maldad…”

Los ángeles habían probado ser seres mucho más complejos, con historias bastante más sombrías de lo que antes sabíamos de ellos, estándares de todo lo que es bello y santo.  No puedo saber cómo se sentía Anah con respecto a todo lo dicho… era tanta información para procesar.  No podía hacer otra cosa que sentirme minúsculo en la oscuridad de la noche. Había tanto, tanto que no podíamos controlar y fuerzas a las que les bastaba ejercer su voluntad para que la naturaleza  actuara a su gusto.  Más ángeles aparecieron lentamente y Anah descubrió a algunos de apariencia aterrorizante. Incluso con temibles cuernos los ángeles encuentran la belleza, en la decadencia, en el temor, en nuestra profunda oscuridad.

Trajeron algunos ángeles carne de jabalí y la cocinaron  en un instante. Nunca probé carne tan bien hecha y con tan buen sabor. Ellos comieron con nosotros, pero admitieron que era un placer innecesario para ellos, no tenían razón para comer, solo nos hacían la gracia.

“Absalom, sé que el  poder que fluye ahora en ti es tanto una maldición como la mejor herramienta que podría tener un humano. Por eso, tengo que hacerte notar que has mal usado sus poderes. Está bastante claro que poco sabes de tus capacidades. Podrías, por ejemplo, convocar un rayo tal como hiciste con el fuego.” En la mano de Lucifer pequeños rayos rodearon su mano.”Tómatelo con calma, hay un sinfín de posibilidades, pero estoy seguro de que has sentido las consecuencias del abuso de la marca. El fuego con el que consumiste a la bestia fue exagerado y propósito de emociones incontrolables. Luego, hiciste algo mucho más complejo. Manipulaste los pensamientos de todos, implantaste ideas, sugeriste emociones. Nuevamente, fue producto de tu instinto y mi sugerencia hizo mucho más de lo que crees. ¿No es cierto que tu mano ardió muchísimo más esta vez?”

“Sí… incluso, noté cómo mis dedos se ennegrecieron… no podía moverlos…” Mi mano ahora estaba bien. Anah me miró consternada, no quería preocuparla por una nimiedad. Tomó mi mano.

“Es natural. Tendrías que abusar la marca de una manera excesiva para que llegara afectar tu fisiología humana. No llenemos nuestra mente de pensamientos funestos. Hay  otro asunto digno de comentar. Eremiel, dibuja el sello.” Y un ángel de magníficas alas negras procedió a dibujar un símbolo en la tierra, con una larga vara que resplandecía ante el fuego de la fogata. “Estoy seguro, Absalom, que no querrías que más de tus hermanos sufrieran lo que sufriste tú para conseguir la marca. Es problemático, además, para nosotros los ángeles forzar una marca en un humano. Nuestro encuentro fue fortuito, es cierto; pero también es cierto que fuiste un último recurso para nosotros… Necesitábamos hacer que nuestra presencia se sintiera allá arriba y tú has sido el hombre perfecto para esto. Apreciamos mucho todo lo que has hecho.” Asentí, antes de formular mi pregunta, Lucifer siguió:”Este símbolo que ves en la tierra, es una especie de marca experimental. Una teoría que el propio Eremiel junto a Marut,” señaló, pero allá en la oscuridad era difícil distinguirlo de otros ángeles,” han diseñado. Funciona de manera muy similar que el sello, más trabaja con condiciones. No daña, no hiere al usuario. Posee un límite, cuando el límite se sobrepasa, el sello desaparece.”

“¿Y cuál es el propósito de eso?” Dije y miré a Anah, que lo comprendió mucho más rápido que yo.” ¿Para Anah?”

“Así es. Los humanos tienen mucho que aprender, Absalom, Anah.” Siguió hablando sobre asuntos celestiales que ya no le concernían y habló sobre la mezcla de hierbas, como sus propiedades mezcladas bajo pequeños conjuros que aludían al espíritu, podían hacernos sanar de enfermedades mortales. Potenciar otros remedios que ya conocíamos. Nos habló temas siniestros, bajo una premisa similar a la de la marca, podías influenciar el destino de una persona muy ligeramente, causándole penurias menores. Se podía, así mismo, influenciar de manera positiva. Evitar una herida, una enfermedad. Era algo muy ligero e incierto, según nos hizo saber, dependía de la habilidad del usuario. Siendo así que alguien increíblemente hábil podría manipular a una persona, sugerir cosas que no iban de acuerdo a sus principios (siempre y cuando no saliera del rango de su personalidad) y pequeñas ilusiones. Anah prestó mucha más atención que yo, que me mantenía observando con cuidado todo lo que ocurría a nuestro alrededor. La desconfianza crepitante que le tenía a Lucifer… a los ángeles en general, me impedía prestarle atención a nadie. Temía.

Si antes creía que la humanidad tendría un futuro  aunque sea un poco brillante gracias a Lucifer. Ahora temía que un mar de calamidades nos fuera a ahogar.  Ambos lados habían mentido muchísimo.  Cedí ante la ilusión de Anah, que veía un futuro más brillante. Podía ser que el pesimismo no fuera más que un síntoma del miedo de huir a la tranquilidad, al conformismo inicial con el que vivíamos… Sí. Debía ser eso.

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