Cristiano Amor
Mira, tú simplemente vas a su casa de su mamá y te haces pasar por predicador, la vieja es católica y te hará pasar. Una vez dentro un par de ajos y ya, qué Dios ni la concha del gato, sacas el fierro y disparas. Sin munición ni nada. Solo disparas, *clack*, ese sonidito aturdirá a la vieja. Ojalá no le dé infarto ahí nomás. La cosa es asustarla. Solo eso. Cristiano Amor había tratado, de verdad que sí, huevón, pero la vieja se puso cojuda preguntándome por la Trinidad y si estaba con la virgencita. ¿Qué virgencita, huevón, si hay varias? No supe qué responderle y comenzó el chongo, huevón, porque la vieja no estaba sola sino con una sobrina suya, no sé, joven, delgada, bien simpática. Salió ¿me reconoció? Pero, ¿de dónde, ah? La cosa es que se asustó. Se asustó la chica, digo. Puso cara de espanto y, zas, gritó. Parecía que recién se levantaba porque estaba con un top rosado que le traslucía la barriga toda plana y su ombligo más bien pequeño. ¿Recién se levantaba, huevón? Ah... era como que... 4 de la tarde ponte... Sí, siesta, fácil. Estaba bien, para qué: todo el cabello ondulado, ondeante, de rico olor. Era feriado, creo que el día del pescador, seguro que era universitaria, esos no estudian feriado, como colegio, pues. Ah. Debió pensar: ese es choro o quizá se dio cuenta que no sabía ni culo de la religión esa. Eso fue lo que me descuadró. Luego vinieron los gritos. ¿Saqué el arma? No me acuerdo. Pero que la apunté al final como dice el parte policial, sí. No pude entrar a su casa y me quemé solito, conchasumadre. La sombra del padre es ineludible en todos sus actos, pensé de inmediato. Fue así como incursioné en la acción y ya no en las palabras. Yo era «papapá» y ya. Sin hablar. Solo ejecutaba. Pero jamás maté a nadie, huevón. Solo había antecedentes de Christian desde que tenía 20 años. Aquel episodio que me contó solo existía en su memoria... ¿Ni si quiera eras mayor de edad, no? Le pregunté. Pero, ¿cómo? ¿Acaso entre mafiosos no se decían qué y cómo se borraban sus historiales? Cuéntame más, Cristiano. Me miró risueño, huevón, solo mis víctimas me dicen así. O me decían. Reí de buena gana.
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