Sangama o un viaje místico al corazón de la selva peruana

Después de estar algunos años escondida tímidamente entre mis libros y películas, un impulso desconocido me llevó a rescatar Sangama, una novela escrita por Arturo D. Hernández a la que mi abuelo ha hecho referencia toda vez que tiene oportunidad de comentar los años que trabajó en la selva peruana; según sus palabras, retrata bastante bien ese universo que siempre me pareció lejano. Pero una vez que tuve el libro en las manos me di cuenta de algo curioso: no tenía idea de qué trataba. Leí la contracara y nada. La mayor reseña que se hace de Sangama allí (y en Wikipedia) tiene que ver con su descripción de la selva y la acogida que tuvo el libro (en Perú y luego en Europa) desde su publicación en 1942 hasta aproximadamente los años 90. Pero sobre la historia que cuenta, nada. Así que, como eso es lo que le hace falta y muy poca gente parece conocer esta novela, decidí que merecía la pena dedicarle una reseña aquí en el blog. Ahí vamos.



Sangama empieza contándonos la llegada de Abel Barcas a Santa Inés con la visión de emprender una exploración comercial. Para esto, está decidido a servir al gobernador Portunduaga, quien ha impuesto su voluntad en la región a través del miedo. En su trayecto, acechado por el peligro, es salvado por Sangama, un chamán con fama de brujo en Santa Inés. Este encuentro, y la afinidad entre ambos personajes, involucrará a Abel en una expedición mística al corazón de la selva, en la búsqueda de un ídolo de oro oculto por los últimos Incas que guarda el secreto para el retorno del imperio.

A nivel general, puedo percibir tres momentos importantes en esta novela que podríamos entender como arcos narrativos. El primero, que abarca casi la tercera parte del libro, está relacionado con la caída del gobernador Portunduaga, que facilitará los planes para la expedición. El segundo momento, y el más extenso, es el del viaje propiamente dicho, con Sangama a la cabeza. La tercera parte tiene que ver con un pequeño incidente posterior al viaje, que enemista a Abel con los López, una importante familia del pueblo.

El personaje más memorable de la novela es, por supuesto, Sangama, un hombre que ha dedicado su vida a desentrañar los misterios de la selva guiado por la esperanza de sus ancestros. Su aura mística, sin embargo, no hace de él un tipo susceptible a las historias de fantasmas y apariciones que abundan en la selva, sino más bien alguien capaz de encontrarle explicación a lo inexplicable.

Además de este personaje, una de las partes que más me gustaron de la novela fue la historia de Tula, la mujer del gobernador. La resumo a continuación: luego de enamorarse del padre Gaspar y escapar con él por la furia de Portunduaga, sus caminos se separan y empieza a navegar por el Ucayali con unos aborígenes, buscando noticias del cura. En su búsqueda se topa con unos traficantes de esclavos que acababan de acometer un pueblo. Tula, impactada por la escena, decide negociar la libertad de algunos niños a cambio del costoso anillo que le obsequió alguna vez el gobernador. Tras un breve enfrentamiento con ellos, envía a sus acompañantes en busca de ayuda mientras ella espera con los niños. La historia dice que no la volvieron a ver: «Tula había sido tragada por la selva».

Creo que, en general, el tema principal de la novela es el de la búsqueda definitiva que hace Sangama hacia sí mismo, un viaje a lo profundo de su existencia por el camino de sus ancestros. Valdrá entonces para el chamán preguntarse: si esa razón que busca yace enterrada tan hondo en el pasado, ¿hace falta arriesgarlo todo, sumergirse en el pantano más oscuro y extirparla?, ¿se alzará gloriosa o fenecerá ahogada?

No puedo evitar recomendar esta novela porque ha sido una de las cosas más interesantes con las que me he topado en lo que va de este año. Y si les gustan las historias de aventuras, en Sangama tienen algo de eso, además de que conocerán un poco más sobre la Amazonía peruana. Les aseguro que no decepciona. Ahora, el problema es encontrar un ejemplar. Buena suerte.

Y para cerrar, un breve fragmento del primer capítulo:
El viajero que inició la conversación se aproximó cauteloso y me dijo:
—Oiga usted. Yo no sé dónde he nacido.
—¡Cómo! —repuse asombrado—. ¿Es posible lo que usted afirma?
—Es que tengo mis dudas. Verá usted. Yo nací hace veinticinco años, en la margen oriental de este río. Desde entonces, las aguas no cesan de “comer” por el lado opuesto, de modo que el lugar a que me refiero ha ido quedando atrás kilómetros y kilómetros.

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